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el folletín filosófico

Imantada V

Por Aldo Mazzucchelli Mazzucchelli / Lunes 11 de diciembre de 2017
El discurso encuentra su máxima abstracción en la virtualidad, pero esa virtualidad se alberga en centros de información que pululan por recónditos del planeta Tierra. Cómo concebimos la escritura sigue siendo una pregunta latente en estas Imantadas de Aldo Mazzucchelli, quien propone que la forma de darnos cuenta de que la escritura no es un objeto es pensarla como tal, y aprender de lo que sobra.

En el data center de Google hay un zumbido, parecido a otro que escuché en una central eléctrica que se estiraba al lado de una calle con nombre de autor al cuadrado, Magariños Cervantes. Un nombre de autor embebido dentro de otro. En ese y otros data centers que se reproducen y crecen en las soledades de América y en otros lugares de la Tierra, en suburbios casi nunca demasiado habitados, hay mucha escritura almacenada. La densidad de ese almacenamiento y sus demandas de seguridad parecen precisar del contraste entre esos edificios sistemáticos e hiperabstractos y un paisaje de una simpleza que funde a invisible. ¿De qué hablamos cuando hablamos de inmaterialidad de la escritura virtual? La materia en la escritura es supuestamente una sola, pero nos relacionamos con ella como si fuese muchas. Lo que nos ha hecho creer que es una sola es la capacidad de abstracción, un subproducto de la propia escritura. Una idea embebida dentro de otra.

En el data center de Google el agua corre sin parar. Ese loop húmedo asegura que la información fluya sin arder. El fuego amenaza ahí también a esa forma de palabra que está en encarnación eléctrica. O de luz, vibración o sustancia sutil. Fuego y escritura siempre han sido enemigos. Creo que su actual cercanía es una de las cosas que nos inquieta. 

Hay relación de esos supercomputadores (langue) y las instancias de texto en cada pantalla (parole) con el modelo de Saussure. Quien quiera podría explorar. Saussure no es amigo de los escritores. Su teoría ha desviado notablemente el rendimiento de nuestra reflexión sobre el lenguaje. Se ha convertido en segunda naturaleza teórica a favor de la visión tecnológica y a contrapelo de la literatura. Este cargo que aquí levanto a Saussure está aun, pese a lo avanzado de la época, perdido en su propia falta de distancia, de autoconciencia. Hemos aceptado que el lenguaje es un objeto más, un objeto entre otros. La forma de darnos cuenta de que la escritura no es un mero objeto, es pensarla como si lo fuese, para aprender de lo que sobra.

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