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Recomendaciones libreras

Los cinco recomendados de Magdalena Portillo

Por Escaramuza / Lunes 21 de marzo de 2022

21 de marzo. Día de la Poesía. Libros a la altura de la celebración. La poeta Magdalena Portillo (Montevideo, 1991), que además de ganadora del Premio Amanda Berenguer en 2021 es librera en Escaramuza, hace una lista de sus cinco libros cardinales del género. Casal, Bardesio, de Mello Breyner Andresen, Yosano y Sánchez. Una constelación maravillosa.

Yo estuve en ese lugar que no conozco. Antología poética (La hoja que piensa, 2021), de Selva Casal.

Así se titula este libro, en cuya portada aparece una pintura de Selva (Montevideo, 1930-2020) a la que tituló: Autorretrato.

Leer a Selva es atravesar el grito, la realidad de los asuntos cotidianos que nos rodean. Sus versos nos ubican en ese lugar que no conocemos, pero al leerla intuimos que hemos estado ahí.

Selva sabía muy bien cómo hacer de lo indecible un lugar habitable, donde las palabras se entrelazan como un rezo que acaba en los pies de aquellos con los que dialoga a lo largo de sus poemas.

Lo digo para ver. Antología poética (Galaxia Gutenberg, 2019), de Sophia de Mello Breyner Andresen.

En esta antología de la poeta portuguesa Sophia de Mello (Portugal, 1919-2004), podemos apreciar la esencia de su obra. Con poemas breves pero contundentes al momento de nombrar las cosas, de Mello nos muestra aquello de lo que estamos rodeados en este mundo. El mar, figura fundamental en su poesía, aparece como ese lugar sagrado donde la memoria se detiene y rápidamente sigue, llevándose con ella el recuerdo y dejándonos en el presente, con la única tarea de contemplar. Aquí la intención no es explicar, ni buscar acaso un sentido más amplio de lo que se está diciendo, aquí se dice y punto. Se contempla, se sigue. Se cuenta la experiencia como quien tiende una sábana al viento y luego deja que la naturaleza haga lo suyo.  Aquí se nombra para ver. Para guardar la esencia del mundo y luego, arrojarla sobre el mar. Entregarla al naufragio de los días. Sophia de Mello era una observadora: en la elección de sus palabras hay una sencillez que a lo largo de la lectura se torna sagrada. «La poesía fue siempre para mí una persecución de lo real», escribió alguna vez. Y así lo ha dejado demostrado en su obra. Su poesía es un testimonio del mundo.  

Poesía 1946-2009 (Yauguru, 2019), de Orfila Bardesio.

La poesía de Orfila Bardesio (Montevideo, 1922-2009) posee un tono espiritual, de gran conocimiento de los seres y las cosas que le inquietaban.

Hay en sus poemas un diálogo interno marcado por lo simbólico, el misticismo y la sensualidad. Acaso ese pozo que saltó de niña marcó en ella la singularidad viva que habita en sus versos.

Gran conocedora de la biblia, decía sentirse como la mendiga de ese pan que llaman espíritu.

Orfila decía que la poesía era un fuego «Una luz intensa, no de fuera, sale afuera, ilumina, quema ciertos objetos, con un arrebato que no puede sostenerse mucho tiempo».

Así queda demostrado en su obra. Leerla es presenciar ese arrebato. 

Cabellos revueltos (El Hilo de Ariadna, 2018), de Akiko Yosano.

En los poemas de Akiko Yosano (Japón 1878-1942), aparece el cabello como estado de ánimo. La invocación del amor a través de tankas. Aparecen las flores a las cuales los japoneses llaman espejos del tiempo.

A través de ellas, la poeta logra plasmar aquello que alguna vez fue y ya no está, lo que se va, dejando solo sus cabellos revueltos, el mechón negro sobre una escritura sagrada.

Hay una sensualidad que aparece en el viento que despeina sus cabellos, en el aire, en sus kimonos. 

Akiko Yosano fue una poeta que desafió a su época. Que escribía sobre el cuerpo, cuando estaba prohibido. Que buscaba su independencia. Que expresaba sus inquietudes sobre el amor de forma magistral.

Tanka: originario de China, es un tipo de poesía compuesto por versos 5-7-5-7-7.

Cuaderno de campo (La bella Varsovia, 2017), de María Sánchez

Es en Cuaderno de campo donde la familia, el campo y los animales se unen para mostrar la existencia de la poeta María Sánchez (España, 1989). Aquí los recuerdos se instalan en la naturaleza que la vio crecer. La figura de su abuelo aparece fuertemente marcada. El nacimiento y la muerte, también su profesión: ella es veterinaria, lleva ese conocimiento al verso. Con un tono fresco y melancólico, Sánchez nos invita a su universo, convirtiendo la voz en ternura y en presa, como bien dice en uno de sus poemas.

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