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Queridísimo padre

Por Escaramuza / Jueves 11 de julio de 2019

Con motivo del Día del Padre, recogemos algunas lecturas que muestran diferentes ejemplos de relaciones paternofiliales: homenajes, testimonios, ejercicios de catarsis, vínculos de amor, relatos desde la ausencia y el afecto.

«Queridísimo padre». Así empieza la carta que Kafka escribió a su padre en 1919 y que nunca llegó a entregarle. Publicada póstumamente, es probablemente uno de los primeros textos que se nos vienen a la mente cuando pensamos en relaciones paternofiliales y literatura. «Queridísimo padre»: una fórmula común en la correspondencia que, sin embargo, destapa una serie de reproches, desencuentros y distanciamiento entre Kafka y su progenitor.

Con motivo del Día del Padre, recogemos algunas lecturas que muestran diferentes ejemplos de esta relación paterno-filial. Algunos son escritos como homenaje al padre, otros como fórmula y catarsis para comprender su pasado, otros simplemente para dejar testimonio, invocar a la memoria o alivianar el peso de la ausencia. Los hay también escritos por padres que, desde el amor incondicional hacia sus hijas e hijos, proponen vínculos afectivos ejercidos desde una paternidad responsable.

La carta perdida, de Roberto Appratto (Criatura Editora, 2018)                                 

Como le sucedió a Kafka, una carta es el dispositivo disparador de esta novela. Una carta escrita por el padre del protagonista de un relato cuya lectura ya nos recomendó Gerardo Beyhaut, librero de Moebius, hace unos meses:

Ricardo Ferrari se ha pasado la vida leyendo, pero no ha podido escribir más que algunos cuentos y varios artículos. El encuentro con una carta perdida —o no tanto— lo empuja a crear una narrativa de lo real, a pensar su historia como algo que se puede escribir, pero sin escribir ni una palabra. Unas pocas líneas tiradas junto a un contenedor de basura inauguran una trama policial que descubre las partes oscuras de la vida del padre del protagonista, y por extensión, de su propia historia. El pasado surge a borbotones por más esfuerzos que haga Ricardo por darle una estructura.

Pueden leer las primeras páginas de la novela en nuestra sección de avances así como consultar los ensayos mensuales que Roberto Apprato escribe para Escaramuza.

 

Léxico familiar, de Natalia Ginzburg (Lumen, 2016)

«Soy aquellos que fueron antes que de mí» dice Natalia Ginzburg en las primeras líneas del libro. Y antes de Natalia estaba Beppino Levi, un padre italiano estricto y riguroso, amante de la naturaleza y la ciencia, que si bien no es el protagonista principal, sí marcó esta historia de recuerdo y memoria:

Léxico familiar habla de los Levi, una familia judía y antifascista que vivió en Turín, en el norte de Italia, desde 1930 hasta 1950. Natalia era una de las hijas del profesor Levi y fue testigo privilegiado de los momentos íntimos de la familia, de ese parloteo entre padres y hermanos que se convierte en un idioma secreto. A través de este léxico tan peculiar vamos conociendo al padre y a la madre de Natalia, unas personas que inundan de vitalidad el libro; veremos también a los hermanos de la autora, a su primer esposo, a políticos de gran valía y a muchos de los intelectuales que animaban las tertulias en estas décadas tan importantes del siglo XX.

 

Honrarás a tu padre y a tu madre, de Cristina Fallarás (Anagrama, 2018)

Como en la novela anterior, esta vez situando los acontecimientos en la España franquista, la protagonista inicia un relato familiar, una reconstrucción de un árbol genealógico lleno de traiciones, contradicciones y herencias enfrentadas. Un abuelo fusilado, un padre huérfano a los tres años y una hija, Cristina, en la que se unen dos relatos de guerra: la ficción de los vencedores y el silencio de los vencidos:

«Me llamo Cristina y he salido a buscar a mis muertos. Caminando. Buscar a mis muertos para no matarme yo. ¿Para vivir? No estoy segura. Convocarlos, dialogar con mis muertos.» 

 

No soñarás flores, de Fernanda Trías (Editorial Hum, 2017)

«Sé que homenajear a mi padre no tiene nada que ver con lo que haremos esta noche, ni siquiera con lo que hicimos en los últimos meses y que, sin quererlo, nos condujo hasta acá». No soñarás flores es un libro de ocho relatos que ahondan en la pérdida, el recuerdo, la soledad. Relatos que transitan entre lo cotidiano y lo ficticio, entre la vida y la muerte.El último cuento que da nombre al libro, invoca la presente ausencia paterna que desatará el encuentro con otros seres que habitan la ciudad, historias cruzadas entre la extrañeza y la ternura.

Cineclub, de David Gilmour (Debolsillo, 2017)

«No quiero volver a pisar el instituto». Ante tal afirmación, cualquier padre, madre, cuidador o tutor hubiese puesto el grito en el cielo. David Gilmour, crítico de cine, decide sin embargo afrontar una de las etapas más complejas del crecimiento, la adolescencia de su hijo Jesse, con un pacto poco convencional:

Jesse podía dejar de ir al instituto, dormir todo el día, no trabajar, no pagar alquiler pero a cambio tenía que mantenerse alejado de las drogas y ver tres películas a la semana con su padre. Jesse aceptó de inmediato y al día siguiente padre e hijo comenzaron con la primera película de la lista: Los cuatrocientos golpes de François Truffaut. A lo largo de tres años padre e hijo vieron todo tipo de películas, desde las consideradas joyas del cine hasta los grandes bodrios de todos los tiempos. Esta es la historia de una decisión que lo cambió todo.

 

Una arruga en el tiempo, de L’Engle Madeleine (Océano Gran Travesía, 2016)

La novela juvenil no podía quedar ausente, ya que, como mencionábamos en el relato anterior, la adolescencia es uno de los momentos donde el vínculo familiar se torna más complejo y a la vez más necesario. Recordamos que ya Federico Ivanier nos recomendó la versión en novela gráfica de este clásico de la literatura juvenil:

Meg Murry, la protagonista, tiene problemas para adaptarse en la escuela, y es difícil adivinar que sus padres son científicos. Papá desapareció tiempo atrás en extrañas circunstancias, pero mamá no ha perdido la esperanza de volver a verlo. Su hermano pequeño, Charles, es un niño prodigio; su mente posee una percepción excepcional que le permite ver más allá de las apariencias. Es esa habilidad la que les permitirá encontrarse con las señoras Qué, Cuál y Quién, y descubrir que detrás de ellas se esconde un increíble secreto, «la arruga en el tiempo» que puede llevarlos a otros mundos. Justo lo necesario para emprender la búsqueda de su padre perdido.

 

Cuentos cansados, de Mario Levrero (Amanuense, 2018)

Por último, nada mejor que cuentos breves narrados por papá antes de irnos a dormir:

 Cuentos cansados narra las historias que Mario Levrero le contaba, casi dormido, a su hijo cada noche. A partir de estos divertidos relatos, el ilustrador Diego Bianki recrea el mundo fantástico del gran escritor uruguayo y crea un libro entrañable en el que los adultos ven reflejado ese encuentro con los niños y los niños encuentran un modo desopilante de quedarse dormidos.

 

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