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Leé un frangmento de «El hermano mayor», de Daniel Mella

Por Escaramuza / Viernes 06 de noviembre de 2020

Compartimos un avance de El hermano mayor, de Daniel Mella, en el que el autor narra la pérdida de su hermano, Alejandro, en la costa uruguaya en 2014; un relato que explora el vínculo fraterno y familiar, el duelo íntimo.

Daniel Mella (Montevideo, 1976) es uno de los escritores clave de la literatura uruguaya contemporánea. Publicó Pogo (1997), su primera novela, a los 21 años, a la que le seguirían Derretimiento (1998), Noviembre (2000), y el libro de cuentos Lava (2013; Premio Bartolomé Hidalgo, 2013). Su novela El hermano mayor (2016; Premio Bartolomé Hidalgo, 2017; 2do. Premio Nacional de Literatura, 2018) ha sido publicada en Argentina, España y Reino Unido. Coordina talleres literarios y es colaborador de El País Cultural y la Revista Lento.


Su muerte va a caer un 9 de febrero, para siempre dos días antes de mi cumpleaños. Alejandro tendrá 31 la madrugada de esa fecha cuya luz jamás verá y en la que de cuatro hermanos pasaremos a ser tres. Yo, el mayor de los varones, voy a estar al filo de los 38. Esa misma mañana mamá (64), sentada a mi lado, de lentes negros, dice:

—¿Por qué a él que le gustaba tanto la vida? ¿Por qué, Ale, cuando hay otros que se pasan quejando de todo?

Mientras papá (69) y Marcos (27) van camino a Playa Grande a reconocer el cuerpo, en el porche trasero de la casa de mis padres yo le cebo mate a la visita: los primos, los tíos, varios vecinos. Como nadie se queda quieto se me hace difícil recordar el orden de la ronda. Mamá no andaba muy errada.

Tenés razón, le respondo. Tendría que haber sido yo.

Mamá resopla, no quiso decir eso. Pero yo le digo que habría sido lo más justo. ¿O no? ¿Quién es el pesimista acá?, le pregunto.

—¿Por qué todo siempre tiene que tratarse de vos? La verdad es que últimamente no sé qué te pasa. Estabas mejor, pero últimamente no sé.

Le pregunto cuándo fue la última vez que me vio feliz. Pero feliz como Alejandro, le digo: explotando de felicidad. Cada guiso que se comía era el mejor guiso que había comido en su vida, ¿te acordás? Se corría una ola y era la mejor ola de su vida. ¿Alguna vez me viste completamente feliz?

Mamá me mira por unos segundos. No se le ven los ojos detrás de los cristales. Tiene las manos apoyadas en las rodillas y lleva un ritmo nervioso con el pie.

—No puedo pensar ahora —dice.

Porque no es fácil acordarse, le digo yo. Pero, ¿cuándo fue la última vez que viste feliz a Alejandro? Seguro que Ale estaba feliz la última vez que lo viste. Y la vez anterior también, y la anterior a esa... ¿No era el tipo más feliz que conocías?

—Sí y no. Yo siempre pensé que en el fondo Ale guardaba una tristeza. La vida que llevaba, sin compromisos...

Pero ¿y quién no? ¿Quién no estaba un poco triste siempre en el fondo? Pero no me digas que de todos nosotros Alejandro no era el mejor equipado para la vida. ¿Quién tenía ese lomo? ¿Te acordás lo que era ese pecho? Era un león. Era solar.

—Me acuerdo de sus abrazos. Me acuerdo que me decía mamucha —dice mamá.

Todo el mundo se acordaba de sus abrazos. Alejandro abrazaba a todo el mundo. Le gustaba meterte en la amplitud de su cuerpo. Lo hacía para alardear. Te abrazaba para que le sintieras los músculos. Te abrazaba hasta que le sentías el bulto a través del pantalón.

Cuando yo tenía 4 años, me había hincado junto a la cama de mi madre, que estaba engripada, y me había puesto a rezar para que se curara. A ella le gusta decir que la hice sentir mejor instantáneamente. Es uno de los recuerdos clásicos que tiene de mí. Siempre me gustó escucharla contar ese momento, incluso durante nuestra época más complicada.

Tanto contar esa historia, ¿me estaba pidiendo, de algún modo, que nunca dejara de rezar por ella? Yo jamás había sabido cómo ayudarla. Ella jamás me había pedido ayuda. Hasta donde yo sabía, jamás le había pedido ayuda a nadie.

A ella no le gusta el mate; igual le paso uno. Cuando se descubre con el mate en la mano me lo devuelve, se levanta, y sin mediar palabra se mete para adentro cerrando el ventanal corredizo.


Mella, Daniel. El hermano mayor. Montevideo: Hum, 2016, pp. 7-9.

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