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Escritos con Z

Poemas y haikus de Facundo Gutiérrez

Por Escaramuza / Lunes 19 de abril de 2021

Facundo es joven, sensible a la poesía y entre otras cosas, estudia traducción literaria. Asiste con frecuencia a La burbuja, y participa activamente en otros talleres de literatura en Escaramuza. Compartimos algunas de sus composiciones en Escritos con Z, una columna dedicada a la producción escrita de jóvenes nacidos entre 1994 y 2010.

Mi nombre es Facundo, me gusta la lluvia y tengo una extraña fascinación por el silencio y lo no dicho. Escribo y leo desde chico, al principio por casualidad; hoy, por oficio. Actualmente estudio traducción literaria; creo que nadie tendría que perderse de leer un texto por no entender el idioma original. Acá unos fragmentos de mi mundo interno.


Somos dos océanos suicidas,

mareas ansiosas por secarse,

días grises

que no se animan

a dejar que llueva

y cuando te miro

me pierdo en tu silencio,

en tu aura

de melancolía sofocada

y en las sonrisas

que se te escapan

entre bocanadas de humo.

Los días se van

como polillas por la noche,

volando entre farolas

de futuros posibles,

¿dónde se irán a posar?

¿en qué calor

elegirán calentar sus patitas

bajo la pretensión

de vivir otra noche?

No somos más que nuestras miradas,

miradas que guían

un par de cuerpos inseguros

con miedo

a tocarse.


La última vez

que me rompiste el corazón

fue casi por accidente,

los perros ladraban,

la canilla seguía goteando

y mi cigarro

se iba consumiendo

en el cenicero

mientras yo intentaba escribir,

llegaste al apartamento cansada

y me dijiste

que tu hermano me podía conseguir

un trabajo

en el call-center donde labura,

yo solo escuché

que habías dejado

de creer

en mi poesía.


Recuerdo ir a pescar

con mi padre,

ver la línea tensarse

como una tirolesa

por la cual mi atención se desliza

para perderse en la inmensidad del río.

La lucha de mis brazos enclenques

por traer junto al pobre pez

la satisfacción que hace tiempo me escapa

y con un poco de suerte

poder sostenerla en brazos

lo suficiente

como para que mi padre

nos tome una foto.

Aún de chico

sabía que siempre iba a querer

recordar ese vano instante

donde la sonrisa me lastimaba los cachetes.


Vivimos sumergidos

en eso

que somos,

basura viviendo

entre basura,

basura alérgica al cambio.


Casa vacía,

Solo las telarañas

Permanecen.


Caballo gris,

los años te llegaron

con el viento.

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