¡Hola, amigos lectores!

Para disfrutar del fin de semana, ¿qué mejor compañía que una buena historia escrita en papel? Hoy les traigo una de un señor muy malhumorado, tan malhumorado que ni ganas de hablar tiene; entonces, los vecinos no saben cómo se llama y le dicen Caracúlico, pero, ¿por qué? No lo sé, aunque lo que sí es seguro es que el señor Caracúlico vive una vida demasiado estructurada. Se acuesta siempre a la misma hora, y a oscuras, para no dejar ni la más mínima posibilidad de que los sueños se cuelen en sus grises pensamientos.

Cuando se levanta, no le da el tiempo ni para remolonear en la cama, ¡no sé cómo hace! Yo me pongo el despertador y mínimo me quedo media hora en el mundo de los sueños con los ojos entreabiertos. Bueno, Caracúlico no, se levanta y va derecho al baño a ver si su cara sigue igual de cúlica que el día anterior. Lo comprueba y se va al almacén con paso firme y decidido a que nadie se le acerque a comentarle si ese día hace más frío o calor que el anterior.

Yo ya me estaba preocupando por la vida tan aburrida que llevaba este señor hasta que leyendo llegué a la conclusión de que si dejamos la persiana un poco abierta y vemos la luna, cuando nos dormimos, el mundo de los sueños nos abre sus puertas de brazos abiertos, y nada reconforta más que un sueño reparador, lleno de aventuras de colores y sonrisas. No les quiero contar más de esta historia para que estén atentos hasta el final, pero lo que sí les aseguro es que todos estamos siempre a tiempo de cambiar.

Caracúlico
Hugo, Lorena y Luisa Sabatini
Factor Treinta (2018)
Páginas: 39
UYU 300