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Más allá de la rima

Plan de conquista

Por Federico Medina / Lunes 24 de junio de 2019

Public Enemy es uno de los grupos de hip hop pioneros en la escena musical estadounidense y Chuck D, su líder, un personaje más en la larga lista de activistas por los derechos de las personas negras. Federico Medina recoge algunas de las claves para leer Fight the power. Rap, raza y realidad y profundizar en la cultura del hip hop y sus luchas antirracistas en los años noventa.

A mediados de los noventa, Tim Meadows (comediante y figura del célebre show humorístico Saturday Night Live) se metía en la piel de Leonel Osbourne, el periodista y presentador de Perspectives, un ficticio periodístico sobre temas afroamericanos que lograba salir al aire los domingos de madrugada por una señal de cable marginal de la TV norteamericana. En 2019 y en algo parecido a la realidad, una de las series más populares del servicio de streaming lleva como nombre Atlanta, y relata las desventuras de Paperboy, un rapero afroamericano depresivo y melancólico que se resiste a los embates de la sociedad en la que le toca vivir.

De ambas obras audiovisuales, Perspectives y Atlanta, se podría decir que funcionan como originales y cercanos manifiestos antirracistas, que no dejan de sorprender a pesar de que sus retratos, absurdos y ocurrentes, están inspirados en la violenta cotidianidad de la que somos parte a diario.

En el medio de estos fenómenos televisivos, Carlton Ridenhour, conocido mundialmente como Chuck D, escribió su definitivo ensayo sobre el racismo y lo hizo desde la misma astucia que sus colegas comediantes pero yendo mucho más lejos y en una decena de direcciones diferentes, hilando más fino, con postura, plan y estrategia incluidas al respecto.

Ese es el corazón de Fight The Power. Rap, raza y realidad, un análisis en primera persona y desde el lugar de un corresponsal que toma partido de cómo funciona el mundo que le tocó conocer, siempre con ventajas para el «hombre blanco» y sometimiento para «los negros».

«El intelecto negro rara vez es proyectado desde un punto de vista negro. La comedia negra, sí. La vida familiar negra como algo gracioso, sí... » dice, en unos de los tantos ejemplos lúcidos, específicos y reales, que desarrolla cuando repara sobre la producción del racismo desde los medios de comunicación, que casi siempre acompaña con una propuesta: «Mi plan consiste en penetrar en los informativos. Son el último bastión, y una de las industrias más inaccesibles para los negros de este país [Estados Unidos]».

Así también analiza la industria musical y su historia, la cultura hip hop, y las múltiples formas de racismo y discriminación, y quizás lo más interesante de este acercamiento a la figura de Chuck D, sea su forma desnuda de poses de encarar el relato.

Para quien no tenga el gusto, por edad o desconocimiento, le contamos que Chuck D es quizás el embajador del hip hop más respetado y conocido en el mundo por su compromiso social y político, y que su grupo de rap Public Enemy, que todavía sigue dando peleas, fue el más grande y popular del planeta, y el espejo en donde todo joven con inquietud por las rimas y la poesía se miró por lo menos una vez. Sin embargo, ese estatus de «artista de mármol vivo» del que todavía disfruta y que brillaba especialmente cuando este libro salió a la calle en 1997, no le impidió mostrarse como el más común de los mortales, en las trescientas páginas de esta narración en primerísima persona en las que, además de explicar sus teorías acerca de la desigualdad racial, relata una buena cantidad de historias, sucesos y recuerdos, desde sus días de estudiante hasta sus más recientes, como empresario y figura popular de la cultura de la música y el entretenimiento.

Cuenta por ejemplo, para asombro de sus soldados más disciplinados, lo mucho que faltaba a clase en sus años de high school y los retos de su madre; para sus fanáticos, los años más locos de su inefable compadre y compañero de grupo Flavor Flav y los tiempos en donde todavía les cobraban por un viaje en limusina, su convivencia generacional con Ice-T, LL Cool J y sus amigos roqueros de Anthrax y The Sisters of Mercy.

Uno de los backstage más disfrutables y mejor retratados en el libro es el dedicado a la gira de Public Enemy junto al grupo irlandés U2. El modo en que Chuck D cuenta, con notorio asombro, cómo es convivir con un banda «hipermegagigante», y con Bono, un macanudo con el poder de convertir sus deseos en helicópteros, pantallas led, y excentricidades al servicio de su espectáculo, pero también el escenario en un McDonald's con seguridad donde al telonero de turno no le queda margen para ningún rock and roll, es la mejor paga para acercarse a esta lectura de narración singular y auténtica.

Fight the Power es un relato por momentos antojadizo y algo desordenado, como en una mente de eterna adolescencia con muchas ideas y ganas de salir a prender fuego todo, pero sus ideas como las rimas en sus discos, son claras, precisas y de notable actualidad, tanto como su fotografía de un planeta violento, despiadado y desigual.

En las últimas páginas del libro Chuck D incluye dos listas especialmente dedicadas para los aficionados al rap, una con sus discos y artistas preferidos, y otra, con el detalle de las giras de Public Enemy hasta 1995.

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