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Fuera de juego

One minute to go!

Por Mintxo / Martes 20 de agosto de 2019

Criado entre montañas, Kilian Jornet ha subido dos veces el Kilimanjaro, dos veces el Everest en seis días y sin oxígeno, y cuenta con más de treinta medallas en campeonatos mundiales y europeos de esquí y carrera de montaña. Mintxo reseña Correr o morir, primer libro de Kilian Jornet, iniciando entre cumbres la columna de literatura y deporte Fuera de juego.

Hay quienes creen que los libros suelen ser rectos y rectangulares. Hay algo de eso que es verdad. Pero, amantes de dicha teoría, temo que se equivocan. Al menos en la totalidad, porque existen excepciones que confirman la regla. También se podría creer que alguien que corre no hace más que atravesar un plano desde un punto a otro. Pero tampoco sería del todo cierto. Basta recordar a Forrest Gump. Correr o morir es un libro que sube y baja, a veces superficial y en otras profundo, entre la línea del deporte y la narrativa que nada tiene que ver con simetrías, paralelas ni rectas. Kilian Jornet (Sabadell, 1987) apuesta doble con estas páginas: conquistar al mundo de corredores y corredoras, por un lado, a la vez que relata con aguda observación como si fuera un águila.

«Llega un día en la vida en que debes decidir qué tren quieres tomar y, una vez en él, no puedes pensar lo que ocurriría si tomaras otro», dice Jornet. La frase es interesante por dos cosas:

  1. El concepto de «decidir». ¿Entre qué cosas? ¿Decidir lleva implícito tener más de una variable para elegir? ¿Todo el mundo tiene variables a su alcance? ¿Y quienes no tienen elección? Plantear incertidumbres: mérito del escritor.
  2. La necesidad de hacerse responsable de los actos más allá de las decisiones, centrarse más bien en lo elegido y que lo descartado no se transforme en un lastre (sobre todo con los resultados a la vista, que sería lo mismo que hacerse trampas al solitario).

La elección de Kilian Jornet se sabe tipeando su nombre en Google: ser skyrunner. Un poco servido el plato tenía, porque tanto su padre como su madre se dedican a trabajar en la montaña. Su papá es guía, su mamá profesora de esquí. En las primeras páginas de Correr o morir, además, contará alguna de las historias montañosas que -siendo niño o adolescente- lo marcaron. Hay veces que las biografías se explican con lo íntimo.

Desde sus primeras decisiones hasta los mejores récords personales, Kilian Jornet cuenta todo lo que quiere: que en 38 horas 32 minutos recorrió los 265 kilómetros que rodean al lago Tahoe -famoso por ser escenario natural de El Padrino, la trilogía de Francis Ford Coppola-; los ocho días en los que unió Hondarribia (País Vasco) con Llansá (Cataluña), competición que se llama Transpirenaica y tiene aproximadamente 700 kilómetros entre montañas; las victorias que hasta el momento de escribir el libro acumulaba en los Mundiales de Skyrunning, títulos que continuó ganando años después. Y sí, algo de todo lo que cuenta tiene componentes exitistas. Pero no todo queda ahí.

El autor habla de las carreras, de los rivales, pero lo hace desde lo humano. Presenta un montón de conversaciones vanas que ayudan a desmitificar el hombre récord, a dejarlo en evidencia como uno más. También, detrás de todo exitismo, está lo descriptivo: eso de hacer ejercicio sin competir, los ratos donde un deportista -sea de elite o una persona cualquiera- se toma el tiempo para la observación, para hacer suyas las imágenes, hasta para detenerse en cosas irrelevantes: «me pongo a cantar, esta vez más fuerte, y acelero por las curvas del camino, salto las piedras, me agarro a los árboles para sentir la velocidad, la adrenalina». Todo esto busca confundir al lector en los paisajes, hacerlo sentir en una montaña, notar el sufrimiento, emocionarse, descender trepidantemente, reconocer la llanura, acampar por la noche en un lugar que no se conoce, pero se siente como propio desde toda la vida.

No todo es recto ni rectangular. Hablarán estas páginas de la mente, ya sea por la importancia de su uso en situaciones extremas de deportes, como de las veces que los pensamientos naufragan sin encontrar la salida en un problema cotidiano. «En este mar profundo, ganar es vencerse a uno mismo», sentenciará Jornet. Sin metáforas.

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