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Sobre los supuestos males que han traído las tic

Apuntes fuera de lugar V

Por Aldo Mazzucchelli Mazzucchelli / Lunes 20 de agosto de 2018

Sobre las tecnologías de la información y la comunicación, los cambios que estas conllevan, y el patrón de reacción de los individuos (sobre todo la crítica) hacia los movimientos de paradigmas reflexiona Aldo Mazzucchelli en la quinta entrega de los «Apuntes fuera de lugar».

La queja o el lamento contra los males ocasionados por las nuevas tecnologías de la información es parte de una práctica que, en tiempos en que la memoria conceptual o abstracta tiende a desaparecer, puede considerarse inmemorial. Tiene más de cincuenta años en su forma más «contemporánea» (McLuhan publicó su libro en 1964 y sus críticos espantados dieron salida a sus letanías críticas inmediatamente). En formas anteriores, corresponde a todas las épocas en que ha habido cambios de la comunicación, y en todos los casos se ha confundido el potencial de los medios con el potencial de los espíritus, creyendo que la imprenta, la radio o Internet destruirían la cultura —o que la harían infinitamente mejor—.

En este sentido, es la falta de adecuadas discriminaciones abstractas (algo propio de la cultura filosófica que comienza con los presocráticos y se consolida solo con Platón) lo que lleva a ese eterno retorno de lo mismo, tanto en el Renacimiento como en los años hippies, como ahora.

Hoy, las ideas críticas sobre la nueva cultura son tan vulgares y vendedoras que incluso Umberto Eco o Mario Vargas Llosa se han tomado el tiempo de escribir sus catilinarias sobre ello, resumiendo la parte de la doxa más resistente a cambiar. Al mismo tiempo que se escriben esas cosas, con ellas, el proyecto de borrado de las culturas locales y las individualidades críticas avanza a todo trapo, alimentado por la conversión del efímero sujeto autónomo de la modernidad en un objeto de consumo.

Pero, tal parece que no es que el mundo conceptual se haya extinguido con el advenimiento de las TIC, sino que se ha escindido definitivamente del mundo de lo representado públicamente. No vivimos en un mundo de oralidad primaria, sino secundaria, un mundo cuya oralidad está informada continuamente por un funcionamiento del pensar que ya no pertenece en potencia al público, sino que lo controla sin que este lo sepa, o a pesar de que lo sepa, mejor dicho.

Finalmente, hay correlaciones que se pueden señalar. Dice McLuhan que la imprenta ha creado el nacionalismo y el individualismo en el Renacimiento. Parafraseándolo, se podría señalar que los medios masivos e Internet están creando ahora los enfoques de género, o la proliferación de las minorías/víctimas. Lo primero ha sido, entre otros factores, consecuencia de valorar el razonamiento largo, el análisis, la creatividad por escrito; lo segundo, de valorar las categorías sintéticas que reducen lo humano a rasgos externos (color de piel, género etc.).

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