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En mi mayor

Jon Fine: El sonido de lo que no fue

Por Tüssi Dematteis / Viernes 02 de marzo de 2018
En Mi Mayor, la columna de autobiografías musicales del mundo, nos invita a descubrir hoy la de Jon Fine —el exguitarrista del trío originario de Ohio, Bitch Magnet— en la que se autopromueve como miembro de una banda destinada al fracaso, pero que, a los ojos (y oídos) de Tüssi Dematteis, no lo es para nada.

Tiene su lógica que al llegar a la vejez —o simplemente a la mediana edad— un músico repase sus días de gloria y su trayectoria, haya sido esta un estrellato absoluto, mediano o incluso una gran injusticia de apreciación por parte de las masas, pero de efectos artísticos residuales lo suficientemente importantes como para hacer interesante la autobiografía. Lo que es más raro es que alguien escriba un libro sobre un fracaso musical que no llega ni siquiera a ser injusto o trágico, sino simplemente —por decirlo de alguna forma— cosas que pasan en la vida. Este es el caso del libro de memorias de Jon Fine, exguitarrista de la banda Bitch Magnet.
Posiblemente para quienes no hayan estado metidos (o se hayan interesado a posteriori) en el rock indie o alternativo estadounidense de principios de los noventa, el nombre de Fine o de Bitch Magnet no les diga nada, y no es algo de lo que preocuparse, incluso si se es un melómano. No es que Bitch Magnet fuera una mala banda, ni siquiera mediocre; de hecho fue uno de los grupos cuya mejor música ha sobrevivido hasta hoy en día gracias a su combinación de la agresividad misántropa propia de la escuela de Steve Albini, con algunos elementos de rara vulnerabilidad, excelentes letras a cargo de su bajista y cantante Sooyoung Park y un sonido musculoso de guitarra y batería. Creativos, experimentales y sin concesiones, sus discos siguen siendo totalmente recomendables hoy en día (y un pequeño núcleo duro de seguidores consiguió que se reformaran hace unos años para hacer un par de giras), pero, a pesar de esto, su música nunca llega a tener esa chispa diferencial que siquiera los pueda convertir en un grupo de culto ninguneado por un mercado arbitrario. Bitch Magnet nunca hubiera podido ser un Nirvana, pero tampoco un Jesus Lizard o un Bardo Pond.

Foto: Gary He

Y es esta historia mediana la que cuenta Fine en su libro, que lleva el extenso título de Your Band Sucks: What I Saw at Indie Rock’s Failed Revolution (But Can No Longer Hear) —algo así como Tu banda apesta: lo que vi en la revolución fallada del indie rock (pero ya no puedo escuchar)—, y que cuenta el breve periplo de existencia de esta banda formada en 1986 por tres estudiantes del conocido y progresista colegio Oberlin (Ohio), y disuelta cuatro años más tarde sin pena ni gloria, en medio de la ola creciente de un rock alternativo masivo al que dudosamente hubieran podido sumarse. El libro de Fine, que en el título hace referencia a la sordera parcial que desarrolló por tocar a volúmenes obscenos, no es ninguna queja con relación a la suerte de su banda. Al contrario, el guitarrista se enorgullece (con motivos) de las virtudes creativas e instrumentales del trío, pero reconoce la estrechez de miras y falta de objetivos claros de sus integrantes, que parecen atrapados entre su purismo e intransigencia creativas y un fatalismo pesimista que les vuelve borrosa la frontera entre la pasión y el hobby. El guitarrista, que volvió a intentar suerte con otros proyectos pero terminó haciendo del periodismo su modus vivendi, no llora la milonga y considera la falta de trascendencia de Bitch Magnet una consecuencia natural de la falta de objetivos comerciales, pero también explica esta aparente desidia como parte de la ética —autodestructiva, pero ética al fin— del rock independiente de su era y, como hace explícito el subtítulo del libro, no se limita a describir su experiencia, sino también el contexto efervescente, combativo y experimentador de la que fue posiblemente la última generación del rock que se sintió parte de una revolución.

Bitch Magent en 1990: Sooyoung Park, Jon Fine y Orestes Dellatorre

En Your Band Sucks Fine demuestra todo lo aprendido durante sus años de periodista, haciendo del libro una de las memorias rockeras más entretenidas, bien escritas e interesantes que hayan surgido del aluvión del género en los últimos años, lo cual es un logro doble si se toma en cuenta la oscuridad de los proyectos en los que participó. Libro de un hombre de mediana edad que mira una juventud llena de oportunidades que pudieron ser, Your Band Sucks tiene un lado inevitablemente melancólico, pero que es compensado por la lucidez de Fine a la hora de valorar sus pequeños logros y defenderlos como si fueran hazañas, muchas veces mediante el simple recurso de reconocerlos —en el acierto o el error— como el producto de decisiones propias, dictadas por el espíritu y no por la especulación. Y eso no es un fracaso, es rock cuando rock quiere decir y ser algo. Esa banda no apesta.


*El libro aún no se traduce al español, pero te invitamos a conocer los libros de música disponibles en la tienda haciendo clic aquí.

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