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Difusión

Leé un fragmento de «No daré hijos, daré versos» de Marianella Morena

Por Escaramuza / Lunes 09 de diciembre de 2019

Compartimos un fragmento del libro No daré hijos, daré versos. Sobre Delmira Agustini, de Marianella Morena, un libro que recoge el texto dramático homónimo y que incluye un «diario de dirección»: reflexiones sobre el proceso escénico de investigación, montaje y dirección.

Marianella Morena es dramaturga, directora y docente. Es una de las artistas de la escena uruguaya con mayor proyección internacional. Sus espectáculos han recorrido el mundo. Se formó en Uruguay y se especializó en Polonia, Argentina y Francia, país donde recibió el Premio Molière. Lleva montados 30 espectáculos escénicos —algunos de los cuales fueron publicados—. Como prólogo de No daré hijos, daré versos, hay un «diario de dirección» relativo a esta obra, valioso para todo proceso escénico. Morena dialoga con la figura de Delmira Agustini, la poeta uruguaya del novecientos, y pone en escena la incomodidad de una mujer que desafiaba los roles de género del momento (roles que todavía están en discusión). El femicidio de Delmira no logró silenciar su voz irreverente y liberada, que reverbera en la obra de las artistas más de un siglo después.


De la palabra al sudor

Tengo esta imagen: una bala atraviesa el cielo y cruza la ciudad. Es la imagen generadora.

¿Desde dónde se escribe lo dramático, se construye lo escénico, lo actoral? ¿Cómo se hace la transferencia? ¿A qué se es fiel cuando se realizan estos procedimientos? La imposibilidad de reconstruir el tiempo, la percepción poética y su fragmentación me dan el tono para trabajar con los actores bajo tres líneas.

  1. De la muerte a la vida
  2. Hacia el realismo
  3. Hiperrealismo

Este proceso creativo hará foco en la acumulación poética en el actor, que transita, en los tres actos, por tres personajes diferentes. ¿Desde dónde se escribe cuando se escribe?

Tengo una imagen que representa la acción de escribir. Una pala socava la carne en un cuerpo sin final, entre la angustia de saberse sin fondo y el alivio de que en algún momento se encontrará un hueso que detenga la pala. La carne no pone resistencia, es una carne que se abre al paso, pero duele. Mientras escribo, siento cada palabra en el cuerpo que no me habitaba con ese orden y con ese estado.

Delmira y el yo de las escrituras

Son dos cosas. Una es la postura política, la mirada contemporánea sobre el pasado, y otra la subjetividad que crea. Para ordenar la subjetividad tomo algunas decisiones:

  1. Que cada sentimiento o emoción (sobre el material encontrado) se desarrolle y, desde ahí, escribir. Intentar llegar a centros emocionales, sin detenerme o ser detenida por análisis históricos, sociológicos o psicológicos sobre conductas, comportamientos y sus reacciones acordes. El objetivo es tener materiales útiles para el actor y la escena. Que el conflicto actúe sobre el actor, ficcionar para dar vida.
  2. Colocar el concepto de no entiendo como centro de la acción, no exactamente del texto. No siempre la palabra va con el sentimiento, con la reacción o la acción. La incomprensión y la guerra subyacen siempre.
  3. Buscar la acumulación como procedimiento para mí y para los actores. Luego dar paso al tiempo y ver qué sobrevive.

Desde y con Delmira

Trabajar desde y con Delmira es pensarla como un acontecimiento que se conjuga en tres tiempos: pasado, presente y futuro. Es abordarla desde la pregunta, porque no todo puede entenderse, ni en la vida ni el arte. Estoy de gira por España cuando empiezo la escritura y la primera imagen que tengo es una bala atravesando cielos, que ingresa en la habitación y hace estallar todo. La guerra también es de un hombre y una mujer. La habitación queda destruida. Desde ese final trágico, comienzo. ¿Desde dónde la vida, la muerte, el tiempo, los agujeros históricos que quedan libres para la ficción?

Juntar los pedazos, escribir el texto. Las dos cosas a la vez. Apelo a mis experiencias de los desencuentros como eje. Un hombre que es abandonado por su mujer a los 45 días de casado es un hombre con una guerra encima. Una mujer que quiere acostarse con su novio y es rechazada en nombre del respeto es una mujer con una guerra encima. La violencia es el resultado del dolor no resuelto, de una verdad intensa para un cuerpo débil que no tiene carne para alojarlo todo. Ellos viven eso. Ella usa la palabra antes que el fusil, el discurso ideológico, los derechos de las mujeres y la confrontación de clases. La poesía es un germen revolucionario en un cuerpo que anticipa lo que vendrá: seremos libres con los deseos que el cuerpo gestiona.

 

Morena, Marianella. No daré hijos, daré versos. Sobre Delmira Agustini, Montevideo: Criatura editora, 2019, págs. 18-20.

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