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Edición catalana

Panorama editorial: la catalana Virus

Por Ezequiel Figueredo / Jueves 09 de mayo de 2024

Con una fuerte impronta política, la editorial catalana Virus desembarcó recientemente en Uruguay. Conversamos con Miguel Martín Ayllón sobre una trayectoria de activismo editorial con más de tres décadas y sobre los desafíos del presente: «El pensamiento crítico se ha convertido en los últimos años en un campo en el que las grandes estructuras de la industria cultural disputan por extraer riqueza».

¿Cómo es el equipo de Virus, ya que son una editorial pero también una distribuidora en Barcelona?

Efectívamente, el proyecto de Virus tienes dos vertientes, la editorial y la distribuidora, a través de la cual distribuimos en toda Catalunya a través de la red comercial y a todo el Estado español a través de la red alternativa. Actualmente somos siete personas. Una está dedicada íntegramente a la editorial, cuatro a la distribución entre el trabajo comercial con librerías y las tareas logísticas, una a la gestión y otra para tareas de comunicación. Más allá de esta división de funciones y de la autonomía de la gestión cotidiana de cada área, funcionamos de manera asamblearia en los procesos de toma de decisiones, mantenemos una política de igualdad salarial, y en los últimos años estamos haciendo un esfuerzo para que en el equipo haya el máximo de paridad de género.

 

A lo largo de casi 35 años, en Virus ha pasado mucha gente y han vivido muchas cosas. Tanto ustedes como el mercado del libro han cambiado. 

La trayectoria de Virus está muy ligada a la propia historia de los movimientos sociales en el Estado español. Es un proyecto que nace muy asociado a las luchas de principios de la década de 1990, la insumisión, la okupación, las nuevas publicaciones alternativas o la oposición a la celebración en 1992 del V Centenario de la colonización y el genocidio de América o las Olimpiadas de Barcelona. La editorial se funda en El Lokal, un pequeño espacio de encuentro y venta de material alternativo situado en el Raval (y que es una especie de miniembajada de los movimientos por la que pasa cualquiera que aterrice en Barcelona con cierto interés político). La dimensión de barrio también es importante. Virus ha resistido en un barrio sometido a fuertes presiones especulativas y a un proceso de violencia inmobiliaria de décadas y que se reproduce constantemente.


¿Nos pueden contar un poco la historia de tantos años o momentos significativos?

El arco desde la fundación del proyecto hasta hoy marca ciertos cambios significativos.A la vez que han ido desapareciendo numerosos proyectos de edición libertaria surgidos sobre todo en la fase antagonista de la década de 1970, hay también en el ámbito de la distribución un desinterés por las temática de crítica radical. Desde entonces han pasado muchas cosas, como el ciclo antiglobalización y en general la reconfiguración de los movimientos sociales, pero el principal punto de inflexión son los efectos de la crisis sistémica permanente surgida en el 2008. El nivel de repolitización social surgido entonces también hizo que estructuras que hasta ese momento tenían el ensayo radical o los contenidos contraculturales como parte de un territorio underground y marginal, hoy lo hayan convertido en un nicho de mercado de alta explotación. El pensamiento crítico se ha convertido en los últimos años en un campo en el que las grandes estructuras de la industria cultural disputan por extraer riqueza: temáticas, autorías, las editoriales mismas o la distribución de contenidos que en su momento eran menospreciados como una cosa de minorías, hoy están sometidas a estrategias de apropiación, extracción de valor y monopolización mercantil. Eso sitúa a proyectos como Virus u otros proyectos hermanos en el Estado español o en Latinoamérica, en una particular encrucijada respecto a los procesos de concentración del mercado, a nuestras estrategias de supervivencia y a la necesidad de mantener el rumbo político de lo que hacemos.


¿Cómo es trabajar y editar desde una editorial politica? ¿Y cómo eso se desarrolla siendo catalanes, tanto desde lo regional como desde lo idiomático?

Hacer edición política supone una tensión permanente entre estar muy pendiente de los procesos y las coyunturas, pero no perder un nivel importante de perspectiva y profundidad. En nuestro caso, que concebimos lo que publicamos como herramientas útiles para los movimientos, es una reflexión permanente sobre qué textos pueden ser útiles para cada momento político, pero evitando entender eso en clave oportunista, circunstancial o meramente funcionalista. Por decirlo de alguna manera, se trataría de aportar materiales para navegar por el mar de fondo de una realidad que no deja de cambiar además de forma cada vez más veloz.


¿Y lo particular de Cataluña?

Por otro lado, aunque Virus nace como una editorial que publica fundamentalmente en castellano, tanto la relación con las propias luchas del territorio en el que habitamos como la clara conciencia del catalán como una lengua minorizada, nos ha hecho realizar un trabajo cada vez más sistemático para aportar a una bibliografía crítica potente en lengua catalana. Desde hace años mantenemos una línea de publicación estable en catalán como parte de nuestro programa anual de ediciones, a través fundamentalmente de traducciones que consideramos cruciales, desde clásicos como Kropotkin, a textos de autorías contemporáneas fundamentales como Silvia Federici o Mark Fisher. Nuestro siguiente paso es comenzar a publicar ensayo pensado y escrito originalmente en catalán, aunque luego pueda ser traducido, como una apuesta por dar espacio al pensamiento más allá de las lenguas hegemónicas.

Finalmente, hay que señalar, más allá del aspecto estrictamente editorial, la dimensión netamente política de la distribuidora. Las personas que fundaron el proyecto tenían muy claro que la edición sin una buena distribución perdía buena parte de su potencial. La distribuidora ha sido un elemento cardinal para la contribución de Virus a una infraestructura cultural potente. Por una parte, ha permitido ayudar a proyectos de librerías políticas a establecerse sin depender o disminuyendo la dependencia de grandes grupos de distribución. Pero, a la vez, ha permitido la penetración en el tejido de librerías convencionales de fondos editoriales a los que de otra manera no habrían llegado o lo habrían tenido más difícil. Actualmente trabajamos con más de 300 librerías y alrededor de un centenar de entidades sociales y políticas en Catalunya, además del espacio de distribución alternativa con el que nos relacionamos en todo el Estado.


El catálogo de la editorial ha atravesado también décadas y distintos momentos en lo que refiere a diferentes olas de feminismo, al proceso de Catalunya, entre otros temas sociales. ¿Qué ha cambiado al respecto?

Nuestro trabajo ha sido paralelo a las mutaciones y las necesidades de los propios movimientos sociales. Solo por poner algunos ejemplos, entre 1996 y 2004 la edición de la revista Panóptico fue clave para los procesos de lucha anticarcelarios y antipunitivos. La publicación en el año 2000 del Manual de guerrilla de la comunicación estaba estrechamente ligada a las necesidades tácticas y comunicativas del activismo del período (no solo de la) antiglobalización. Más adelante, la publicación de libros como Hablan las Putas o Los pasos (in)visibles de la prostitución, se anticipó a los debates sobre el trabajo sexual que hoy son claves en el feminismo. En un tiempo más reciente, la publicación de Microfísica sexista del poder fue una aportación clave a los procesos del feminismo autónomo actual. Junto con todo esto, el pensamiento libertario y antiautoritario, la memoria histórica sobre todo libertaria, o aspectos clave como la crítica del urbanismo o del sistema penal han formado parte de nuestras líneas de edición.

En la clave más coyuntural que señalas, nuestro trabajo de edición no ha estado tan pendiente del procés, aunque lo siguiéramos con atención y hubo personas de Virus que participamos a nivel de barrio en el referéndum del 1 de octubre como mucha gente libertaria que consideró que esa suerte de desobediencia de masas era un momento cuyo potencial merecía la pena explorar. Luego ya se vieron sus limitaciones.

Por otro lado, sí hemos estado más cerca de movimientos como el 15m , el movimientos de vivienda y sobre todo el nuevo ciclo de luchas feministas y autónomas, que es probablemente el espacio político más inteligente y con más recorrido de la última fase de luchas. En particular, por relaciones activistas y de barrio, en los últimos años hemos formado parte de las alianzas de las trabajadoras sexuales constituidas como sujetos de sus propias luchas. Libros como Putas, república y revolución, Trabajo sexual con derechos o Puta feminista de Georgina Orellano, han sido fruto de una colaboración con el feminismo puta pero que, como se ha afirmado antes, ya venía de mucho más atrás.

Actualmente, estamos muy pendientes del momento político. Cierto naufragio de los procesos emancipadores y el crecimiento de proyectos de corte autoritario, nos obliga a ir más allá de las sentimentalidades del optimismo o el pesimismo, y pensar en qué hay que construir en este ciclo y cuáles son las herramientas de pensamiento que exigen.


Forman parte del Ecosistema crítico del libro y hacen alianzas no solo comerciales sino políticas con otras editoriales, librerías y distribuidoras. ¿Nos podrías contar de qué se trata?

Que en el momento de su fundación Virus fuera casi una especie única y que hoy forme parte de todo un ecosistema de proyectos editoriales, libreros, de distribución e incluso de impresión, es un indicador del pleno sentido que tenía la apuesta que hicieron las personas que levantaron el proyecto en 1991. Esa es una primera cuestión importante, ya que Virus en buena parte se constituyó para no estar solo, y después de tres décadas ha crecido y se ha consolidado un tejido crítico que, pese a sus limitaciones, es hoy complejo y abarca todos los eslabones de la cadena de producción editorial.

Ese tejido ha crecido además de manera muy particular en un contexto de crisis. Habría que analizar los por qué y también, por qué no, sus aspectos contradictorios, pero lo cierto es que de 2008 hasta hoy los proyectos de edición o de librerías con un perfil politizado han crecido y además lo han hecho con propuestas diferenciadas y evolucionadas respecto a lo que ya existía.

Por otra parte, hay que señalar que nuestra posición como distribuidora nos ayuda bastante a relativizar las lógicas de competencia y tiene el mismo efecto el hecho de que proyectos con los que tenemos relaciones en pie de igualdad también nos distribuyan. Cuando hablamos de la dimensión política de la distribución, este es un aspecto importante porque te da una visión amplia que trasciende esa simplificación mercantil de querer vender más que el otro.

En todo caso, lo que en el último año se ha venido a definir como Ecosistema crítico del libro, es una red de relaciones de confianza y cooperación que se han ido construyendo a lo largo de décadas a partir de dos elementos claros: la necesidad de una infraestructura cultural crítica y autónoma; y el sustento de esta en formas de cooperación. En este punto, se está intentando que lo que hasta ahora ha sido un conjunto de relaciones formales e informales de diferente nivel, intente pensarse como conjunto (como ecosistema) desde la diversidad de formas, ritmos, necesidades… no solo para ser más fuertes sino para penetrar mejor en la realidad en mitad de un ciclo político que pinta como mínimo de tierra hostil.


De las novedades que han venido, han apostado fuerte en Machismo y cultura jurídica, La negación de la virtud, La convivencialidad y La invención de las mujeres¿Nos podrían contar algo de estos libros?

Como hemos dicho antes, pensamos que la evolución del pensamiento feminista es actualmente una de las claves de lectura de la realidad no solo en modo crítico sino en la construcción de capacidades transformadoras. Machismo y cultura jurídica es en este sentido un texto que justamente aborda un territorio muy poco estudiado, al menos desde la perspectiva etnográfica de Caty Canyelles. Ello se debe a que se infiltra directamente en la geografía de los juzgados y registra de manera directa, a través de las palabras, los gestos y los rituales judiciales, cómo se reproduce el machismo y la victimización de las mujeres en los juzgados mismos.

En el caso de La invención de las mujeres, es un libro que hacía tiempo que buscábamos publicar. Es uno de los textos fundadores de la crítica descolonial, y sobre todo un texto muy esclarecedor sobre el colonialismo como un mecanismo de exportación de las estructuras patriarcales a través de la imposición material de un conjunto de lógicas culturales. En este caso, es acerca de la imposición sobre las sociedades yourbá basadas en la ancianidad, unas estructuras basadas en la división de género. Nuestra edición de este libro es heredera y deudora de la realizada por el Grupo Latinoamericano de Estudio, Formación y Acción Feminista (GLEFAS)  que fueron las primeras que en su momento apostaron por la magnífica traducción de Alejandro Montelongo.

La negación de la virtud es uno de los análisis más lúcidos que se ha escrito sobre la historia de la noción de pobreza y del tratamiento de la idea y el imaginario colectivo de los pobres, desde las viejas instituciones asistenciales hasta las lógicas de asistencia social del capitalismo contemporáneo. Un texto que, de manera breve y accesible (a la vez que no se escribió en dos días), consigue atravesar tanto el tiempo como los conceptos, para entender los cambios y las continuidades de los estigmas en torno a la pobreza.

Finalmente, La convivencialidad es todo un clásico de Ivan Illich que adquiere más vigencia cuanto más a pique se va el mundo. Y eso, no solo en su crítica al gigantismo industrial, a la obsolescencia programada o a la dependencia tecnológica, solo tres de los aspectos que aborda el libro, y que en su momento eran importantes y hoy son de máxima urgencia. Sino también en su propuesta de una tecnología accesible y controlable de manera democrática y comunitaria, que da en el clavo respecto a cuestiones cruciales como las derivas de la inteligencia artificial o, en general, la relación entre tecnología y pérdida de autonomía social.  


Por último te consulto por las polémicas en torno a Sant Jordi, el evento  del año en el que se venden más libros en Barcelona y Cataluña. ¿Qué ha pasado al final y como ven el evento a hacerse próximamente?

Hay que explicar primero qué es Sant Jordi. Es una fiesta popular en la que los libros toman las calles, pero no solo a través de las librerías o las editoriales. En todos los pueblos y barrios de Cataluña, salen con mesas de libros a las plazas también colectivos sociales, ateneos, grupos de solidaridad… Es una fiesta del libro en la que las librerías y las editoriales tienen un papel central, pero no es ni ha sido nunca una feria de sector, sino que ha tenido un carácter popular y participativo amplio y diverso.

Ya desde 2022 se estaba realizando un cambio, con la excusa de la pandemia, basado en externalizar la gestión y en una doble división: entre profesionales y no profesionales; y, dentro de los profesionales, entre agremiados y no agremiados. El cambio incluía una división de espacios más privilegiados institucionalmente y otros dejados como periféricos y en unas condiciones más precarias. Eso se ha culminado este año añadiendo el pago por el acceso a los espacios más profesionales, fortaleciendo la deriva de feria profesional y eliminando más aún su carácter popular.

Desde diferentes proyectos hemos puesto en marcha la campaña por un Sant Jordi Popular para reinvindicar la reversión de este modelo, recuperar la gestión pública e implementar mejoras encaminadas a fortalecer la presencia social y popular en la feria.


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